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Arquitectos: Rodrigo Simão Arquitetura
- Área: 495 m²
- Año: 2019
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Fotografías:André Nazareth
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Proveedores: Saint-Gobain, Sika, Tramontina, Amanco, Coral, Deca, Fabrimar, Induscabos, Laminação Guanabara, Marmoraria 51, Petromix, Pirelli, Rinnai, Roca, Serralheria Coutinho, Serraria Itaipava, Suvinil, Tigre, Tintas Tropical, Valdecir Impermeabilizações, +3
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una casa idealizada como escapada de fin de semana para que un escritor y una artista convivan con la naturaleza, con la posibilidad de convertirse en un futuro hogar permanente. Las instalaciones de la casa también acomodan a sus 2 hijos adultos cuando la familia se reúne.
Construida sobre un terreno amplio y ligeramente accidentado, atípico para la región montañosa, con un área generosa de 14.366 metros cuadrados, con mesetas existentes y un lago, el programa de la casa incluye un taller de artes para los propietarios que fue diseñado aprovechando una cimentación existente de 30 x 6,50 metros, restos de un antiguo galpón, en la parte más baja del terreno.
La casa principal se ubicó en una meseta existente en el punto más alto del terreno, sobre un ligero promontorio, con el fin de privilegiar la orientación al bosque y la montaña, maximizando así la insolación que es vital en un clima de montaña. La casa funciona en un solo nivel, protegida por aleros alrededor. Respetando los árboles existentes y la forma de la meseta existente, la casa se dividió en tres volúmenes, la gran sala de estar y dos volúmenes que contienen las suites, los cuales fueron ligeramente rotados para favorecer la vista y la mejor implantación en el terreno, dando como resultado una arquitectura integrada con el paisaje circundante.
La terraza delantera que cubre todo el ancho del salón está cubierto por un amplio voladizo de techo de 3 metros, creando uno de los espacios centrales del proyecto y favoreciendo el exterior. Los marcos correderos de aluminio se abren para integrar salón y balcón, con rieles empotrados en el piso de madera para reforzar la continuidad entre el interior y el exterior. Además de tres habitaciones que se disponen de forma independiente a la casa, una de ellas con acceso externo, la casa cuenta con un espacio al lado de la entrada, que integra el salón pero que permite tener privacidad gracias a las cortinas.
La cocina es el espacio principal del gran salón que se abre íntegramente al balcón y al paisaje, ampliando el placer de cocinar y estar a la mesa para el resto de la casa. El fregadero y la estufa funcionan frente al paisaje y la mesa del comedor, sobre una gran encimera de granito negro pulido de 5,50 x 1,10 metros, sostenida por un muro de hormigón visto. De esta manera, el cocinero es visualmente integrado con toda la habitación. El mismo hormigón visto, realizado en forma de listones de madera, compone la pared de la habitación creando un espacio más íntimo para la televisión, la lectura, la música.
El taller, un gran salón iluminado por tragaluces, también contiene una suite y una cocina, por lo que puede funcionar como una casa separada para recibir invitados. Su forma de pabellón, la esbeltez estructural y los tonos bajos reflectantes de los materiales utilizados siguen el patrón de integración con la naturaleza idealizado para el conjunto. A esta integración también contribuyen la importante presencia de madera en suelos, techos y frentes, asociada a la aparente estructura metálica pintada en tono natural de hierro, así como las paredes exteriores en color verde musgo y los marcos de aluminio en color negro.